Por Luis de la Paz
Diario Las Américas
Recuerdo como el escenario de Havanafama literalmente se llenó de energía y luz, cuando salió a escena Jorge Ovies ataviado en el personaje de Doña Augusta, en la obra Sucedió en La Habana. Fue un momento asombroso, que luego, en el intermedio, varias personas coincidimos en comentar como un instante mágico. Eso es, quizás, la mejor manera de resumir el trabajo de un actor, lograr que su sola presencia le imprima impulso y fuerza a la obra que interpreta. El actor cubano Jorge Ovies tiene esa fibra capaz de remontar con su trabajo una puesta.
Desde muy joven se interesó por el teatro. A principio de la Revolución, se inscribe en un curso de actuación. A los pocos meses es seleccionado para formar parte del grupo Teatro Estudio bajo la dirección de Raquel y Vicente Revuelta. Desde ese instante, el teatro ha sido su pasión… pasión que creyó desaparecería cuando decidió salir al exilio en 1971. Pero no fue así. En Nueva York, donde primero residió, retomó su carrera bajo la dirección de Francisco Morín, en La dama boba, de Lope de Vega, primera obra que Morín dirigía en la Gran Manzana, y luego, al trasladarse en Miami, en 1978, ha continuado trabajando sin cesar.
Jorge Ovies, comparte con los lectores de Diario Las Américas, algunas de sus experiencias.
Tomado de: Diario Las Americas
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