PEARL, Misisipí, EE.UU. (AP) - Todo pelotero cubano anhela formar parte de la selección nacional en unos Juegos Olímpicos. Pero cuando ese deseo es truncado, como le pasó a Francisley Bueno, es que se piensa en irse a Estados Unidos.
Bueno estaba listo para participar en el equipo olímpico del 2004, pero los dirigentes cubanos consideraron que existía un elevado riesgo de que iba a desertar y lo dejaron en la isla.
"Cuando no me dejaron viajar con el equipo, ahí fue que decidí venirme acá", señaló Bueno.
Bueno, actualmente jugador de los Bravos de Atlanta, es uno de los aproximadamente 135 peloteros cubanos que han llegado a las ligas menores desde 1991, cuando la Unión Soviética desapareció y la situación económica en Cuba empeoró.
Muchos huyeron en botes. Otros escaparon durante torneos en el extranjero o vinieron a Estados Unidos con sus padres.
Un buen puñado no consiguió su objetivo. De aquellos que ingresaron a las menores en los últimos 16 años, sólo 24 lograron subir a las mayores.
Algunos, como Yuniesky Betancourt de los Marineros de Seattle y Orlando Hernández de los Mets de Nueva York, se convirtieron en millonarios de la noche a la mañana. Pero la mayoría, como Jesús Valdivia --a quien los Devil Rays de Tampa Bay dieron de baja tras 33 días-- no duraron más de un año o dos en las menores.
Es complicado rastrear a los jugadores cubanos, ya que pueden ingresar al país y firmar con un equipo mediante dos fórmulas.
Quienes llegan a Estados Unidos deben sortear los requisitos legales y pasar por las menores.
También pueden ir a un tercer país, como México y la República Dominicana, para sacar sus papeles. Los que ingresan a Estados Unidos procedentes de esos países pueden evitar el 'draft' y pueden firmar como agentes libres con cualquier equipo.
"Algunos tienen éxito y otros no. Y eso depende mucho de la ayuda que uno recibe", dice Betancourt, quien en abril renovó con los Marineros por cuatro años y 13,75 millones de dólares. "Hay casos que no encuentra a gente buena, las cosas no salen como esperabas y te dan vueltas hasta que es muy tarde y pierdes la oportunidad".
La presencia de peloteros cubanos en las mayores fue notoria en los 50 hasta que el gobierno del presidente Fidel Castro ordenó el fin del profesionalismo.
Pero la caída de la Unión Soviética disparó la pobreza en Cuba y con ellos los jugadores buscaron otros lares. No se puede cuantificar el número que vino a Estados Unidos y no pudo conseguir ingresar a las menores.
Son escasos los registros sobre jugadores cubanos en los 80. Y los que hay no tienen información detallada sobre un jugador.
Roberto González Echevarría, profesor de literatura de la Universidad de Yale e historiador del béisbol cubano, asegura que el subir a las mayores es lo de menos.
"Vienen por libertad", dijo. "Lo que les ocurra aquí es mejor a lo que tenían en Cuba. Incluso si han tenido algo de éxito o se han destacado en Cuba".
"No es sólo cuestión de devengar millones aquí como El Duque ó (José) Contreras. Es un asunto de tener una vida, posibilidades, fuera del béisbol".
La leyenda que rodea a la pelota cubana hizo creer a muchos que esta nueva ola de jugadores tendría un impacto en las Grandes Ligas. Pero aparte de algunos como Rey Ordóñez, Liván Hernández, "El Duque" Hernández y en cierta medida Contreras, los beisbolistas de la isla han tenido poco éxito.
El moderno sistema de buscatalentos hace pensar que algunos de los mejores jugadores cubanos siguen en la isla.
"Sería justo pensar que si más de ese talento estuviera disponible, tendría un mayor impacto que ahora con el pequeño flujo de jugadores cubanos que llegan a nuestro sistema", dijo el gerente general de los Bravos de Atlanta, John Schuerholz.
Los Bravos han tenido éxito al fichar a dos cubanos, el infielder Yunel Escobar y el catcher suplente Brayan Peña. Escobar fue seleccionado en la segunda ronda del draft del año pasado y estaba temporada bateaba .325 en 78 partidos hasta el 9 de septiembre.
Escobar dijo que la decisión de desertar fue fácil.
"Todo estaba aquí", dijo el pelotero. "No había nada allá. Sentía que no tenía nada que perder".
En Cuba, hay poca diferencia entre un jugador estelar y cualquier hijo de vecino. Bueno dijo que solía jugar ante 50.000 personas con los Industriales de La Habana, y después se iba caminando a su casa.
Los documentos judiciales demuestran que el representante de jugadores Gus Domínguez pagó 225.000 dólares para traer a Bueno y Osbek Castillo a Estados Unidos. El agente fue encontrado culpable en julio de traficar con jugadores y fue sentenciado a cinco años de cárcel.
Bueno y Castillo, ambos de 26 años, esperan seguir en los pasos de los ocho cubanos que actualmente juegan en las mayores.
A.J. Hinch, director de desarrollo de jugadores de los Diamondbacks de Arizona, dijo que los cubanos enfrentan mayores dificultades que el jugador promedio en las ligas menores.
Además de la dificultad por la barrera del idioma y la separación de su familia, los jugadores usualmente cuentan con pocos recursos más allá de los que le provee el equipo. También tienden a comenzar sus carreras en las menores con una edad más avanzada.
"Muchos de ellos no están en su mejor momento y no llevan mucho tiempo aquí para desarrollarse en las ligas menores", indicó Hinch. "Por lo tanto, son apurados en sistema para ver su nivel de talento".
Las autoridades cubanas usualmente se quejan de que sus jugadores son tentados con falta de ética a desertar. Pero Schuerholz dijo que no duda cuando encuentra un cubano que se ajusta a las necesidades de su equipo.
"No soy un político", afirmó. "Soy un gerente general de béisbol. Buscamos talento donde sea que podamos encontrarlo".
___
El reportero de deportes de la AP en Seattle, Gregg Bell, y la reporta Amy Jinker-Lloyd en Atlanta contribuyeron con esta historia.