Luis Lara llegó a Hialeah de Cuba hace cinco años y llevó una vida tranquila, hasta que se fue el año pasado para la ciudad de Mérida, en la Península de Yucatán, en México.
El cuerpo acribillado a tiros de Lara apareció hace cuatro semanas en un lugar solitario a más de 15 millas de Cancún, el balneario turístico en el que unos hombres armados lo secuestraron junto a su acaudalada novia mexicana. El cadáver de ella apareció cuatro días después con los de dos hombres mexicanos.
Los cuatro asesinatos, que se cree vinculados a redes de contrabando que traen a un número cada vez mayor de cubanos a Yucatán, han sacudido a este lugar tan popular entre quienes buscan arena, sol y distracción.
También ponen la atención sobre el creciente número de cubanos indocumentados que las autoridades de Estados Unidos están detectando. De continuar así, la cifra habrá crecido aproximadamente 14 por ciento desde que Fidel Castro le entregó el poder a su hermano Raúl.
Miembros de los cuerpos de inteligencia de Estados Unidos afirman que ese aumento les hace pensar en la posibilidad de otro éxodo masivo, pero añaden que es demasiado pronto para especular cuál es la causa.
Los cuatro secuestros y asesinatos no han alterado el ritmo y fiestas del área de lujosos hoteles turísticos de Cancún. Los funcionarios mexicanos insisten en que se trata solamente de casos aislados que no ponen en peligro la seguridad de los turistas extranjeros.
''Los turistas están seguros'', declaró María Antonieta Salmerón, portavoz de la oficina del procurador estatal en Cancún. ``Estos episodios probablemente sean resultado de un ajuste de cuentas entre elementos criminales''.
Pero cubanos que han residido por largo tiempo en la zona confiesan sus temores y no quieren hablar con los periodistas, debido a lo mucho que está juego en el contrabando que termina en Yucatán.
La ruta, que evade a las patrullas del Servicio Guardacostas de EEUU en el Estrecho de la Florida, comienza en partes del extremo occidental de Cuba como la provincia de Pinar del Río y la Isla de la Juventud, cruza el Canal de Yucatán, de 135 millas de ancho, y termina en los puertos mexicanos de Isla Mujeres, Cancún y Cozumel.
Este mes, un informe de Cuba indicó que los guardias fronterizos iban a cerrar algunas playas de la Isla de la Juventud, aparentemente en un esfuerzo por detener la llegada de contrabandistas. El informe añadió que los guardias andaban en busca de un bote muy rápido, con cuatro motores fuera de borda, conocido como ``Reina del Caribe''.
El año pasado, los guardafronteras cubanos mataron a tiros a un contrabandista y capturaron a otro que, según reportaron medios de noticias de La Habana, confesó ayudaba a una red de contrabandistas humanos basada en México, que le cobró $20,000 por sacar de Cuba a su esposa y su hijo.
El jefe de la oficina regional del Instituto de Inmigración de México en Cancún, Eusebio Romero Pérez, declaró a The Miami Herald que el flujo de cubanos indocumentados que llegan a México está aumentando claramente: 413 en los primeros siete meses de este año, comparado con 339 en el mismo período el año pasado.
''A nuestro servicio le preocupa cómo lidiar con este fenómeno'', afirmó Romero y añadió que su agencia le ha pedido a la marina que aumente las patrullas.
Romero señaló que las autoridades mexicanas frecuentemente devuelven a la isla comunista a los cubanos interceptados en el mar. Pero si llegan a tierra y los atrapan, los sueltan una vez que pagan una multa de 10,000 pesos (unos $920) y esencialmente les dan 30 días para salir del país.
Hay docenas de detenidos que no han pagado la multa en instalaciones de Cancún, Ciudad México y Tapachula, en la frontera sur de México con Guatemala. Las autoridades no le permitieron a The Miami Herald entrevistarlos.
Ramón Saúl Sánchez, líder del Movimiento Democracia, en Miami, declaró que está recibiendo cada vez más llamadas de familiares de cubanos indocumentados desesperados por saber si éstos han ido a parar a México.
''Hay un éxodo silencioso de Cuba hacia cualquier país cercano'', comentó Sánchez. ``La gente ha perdido la esperanza, incluso si ya Fidel Castro se está apartando del poder''.
Funcionarios mexicanos familiarizados con el tema aseguraron que los contrabandista están cobrando hasta $10,000 por cubano por un servicio completo: el viaje en bote de Cuba a Yucatán y después el tránsito por tierra hasta la frontera de EEUU.
Cómo encaja el asesinato de Lara, de 30 años, en el rentable pero peligroso negocio, es algo que se está investigando en México.
Según periódicos mexicanos, Lara les dijo a varios amigos que había huido de Cuba a través de Yucatán, y que luego se las arregló para llegar al sur de la Florida. Sin embargo, una mujer que se identificó como la madre de la esposa de Lara, Alely Acosta, de 31 años, afirmó que la pareja llegó legalmente a Miami en el 2002.
Ambos tiene dos hijos pequeños, pero no se sabe si nacieron en Cuba o en el sur de la Florida. La mujer que afirmó ser la madre de Acosta subrayó que su hija era la ''ex esposa'' de Lara, pero no quiso hacer más comentarios.
La prensa y televisión mexicanas indicaron que Acosta voló a Cancún poco después de que Lara fue secuestrado para recoger a los niños, que se habían quedado con él, y posteriormente regresó a Miami con ellos.
Lara estaba siendo investigado por la Oficina de Control de Bienes Extranjeros, perteneciente al Departamento del Tesoro, que se encarga de aplicar las sanciones económicas contra Cuba, señaló un funcionario del gobierno federal que no quiso ser identificado, ya que no está autorizado a comentar sobre el caso.
Molly Millerwise, portavoz del Departamento del Tesoro, no quiso hablar sobre lo ocurrido.
A finales del 2006, Lara dejó el sur de la Florida por razones desconocidas y se dirigió a Mérida, la ciudad más grande de la Península de Yucatán, donde conoció a María Elena Carrillo Sáenz, miembro de una conocida familia de la zona. La familia es propietaria del lujoso hotel El Conquistador, que se encuentra en el elegante Paseo de Montejo, uno de los principales lugares de la ciudad.
Los dos empezaron a noviar y poco después comenzaron a vivir juntos. El periódico de Mérida, Diario de Yucatán, informó que uno de los familiares de Carrillo había expresado que a la familia no le gustaba Lara, aunque no ofreció más detalles.
El mes pasado, Lara y Carrillo viajaron a Cancún para pasar unos días de vacaciones, y se alojaron en un hotel de precios moderados, indicó la policía de Cancún a la prensa mexicana. En la tarde del 19 o el 20 de julio, según la policía, salieron del hotel para ir a un supermercado cercano y dejaron a los niños de Lara con una sirvienta. Cuando la pareja no regresó, la mujer decidió llamar a las autoridades.
El cadáver de Lara fue encontrado el 30 de julio en una carretera de las afueras de Mérida. El cuerpo de Carrillo fue hallado cerca el 3 de agosto, junto a los cadáveres de dos mexicanos, Edwin Park y Jesús Aguilar. La policía de Cancún aseguró a los reporteros mexicanos que los dos hombres tenían relaciones con contrabandistas de indocumentados, pero no quiso ofrecer más información.
Aunque las autoridades mexicanas continúan investigando las cuatro muertes, la ruta de contrabando de ilegales que Lara fue acusado de promover aún ocupa los principales titulares de los periódicos.
Periódico Quequi Quintana Roo, un tabloide de Cancún, publicó este mes en la portada la ruta de contrabando entre Cuba y Cancún bajo el título Una vía libre para balseros.
El cadáver de Lara sigue sin ser reclamado en la morgue de Cancún.
Los reporteros de The Miami Herald, Pablo Bachelet en Washington, Casey Woods y Frances Robles en Miami, y la investigadora Monika Leal, también en Miami, ayudaron a este reportaje. Joaquín Chan y Carlos Gebhardt del Diario de Yucatán también contribuyeron.
achardy@MiamiHerald.com