5 preguntas a George Riverón

Por Luis de la Paz
Diario Las Américas
Foto de Helga Terzenbach

Creador multidiciplinario, George Riverón (Holguín, Cuba, 1972), destaca fundamentalmente como poeta, con una obra bastante amplia y premiada en certámenes literarios tanto en Cuba como en España. Entre sus libros de poesía destacan Contra la soledad de la sombra (1994); El último dios (1997); Los días del perdón (1998), Extraños seres de la culpa (1999); Escritos invernales (2003) y Señal de vida (2008). Es además, fotógrafo, diseñador y actor. Recientemente participó en las puestas de Bernarda y La orgía, ambas bajo la dirección de Juan Roca, en roles que se puede catalogar de memorables.

Afirma que lo define “la perseverancia”; de esa cualidad, su trayectoria y proyectos, habla a los lectores de Diario Las Américas.

1.–Tienes una sólida carrera en distintos renglones del arte. ¿Cómo se define George Riverón a sí mismo?

—Constantemente me muevo en diferentes aguas, por lo que me es un poco difícil definirme como algo específico. Creo que todo lo que hago viene provocado por una necesidad de expresión y las circunstancias son las que me hacen expresarme en uno u otro medio. Mis primeros pasos fueron en el teatro y en la radio. Aún puedo recordar textos del primer personaje que interpreté cuando apenas tenía 9 años, El conejito descontento de Freddy Artiles. Gracias a ese personaje conocí el mundo fascinante de la radio y crecí en él. La radio fue mi casa por casi 23 años, en Holguín y luego en La Habana. Pude haber cometido el error de hacerme médico, pero gracias a Dios, me di cuenta a tiempo de que ése no era el camino. Fue ahí cuando se me despertó la pasión por las artes plásticas. Estudié en la Escuela Profesional de Arte de Holguín, donde aprendí mucho de lo que ahora soy. Tuve profesores excepcionales que me enseñaron a ver el mundo de otra manera. Gracias a lo que aprendí allí y la experiencia que en ese entonces ya había adquirido en la radio, me sentí seguro para presentarme a los exámenes del Instituto Superior de Arte y me aprobaron. Estudié dirección de medios de comunicación audiovisual: cine, radio y televisión. Es una de las etapas de mi vida que más añoro. Al llegar a Miami, me propuse estudiar y actualizarme. Me concentré en ampliar mis conocimientos de fotografía en Photo Art Academy y luego en el New York Institute of Photography, y me hice fotógrafo profesional. Ahora puedo decir que vivo de la fotografía. Si algo me define, es la perseverancia. Cuando algo se me mete en la cabeza, no hay nada ni nadie que me detenga.

2.– ¿Cómo entiendes la poesía?

—La poesía es la base de todo lo que hago, y ella me rige. Hubo una etapa en la que sólo escribía y de ahí salieron mis primeros libros. Eran otros tiempos, donde no tenía una urgencia, y mucho menos una preocupación, más allá de mí mismo. Me dedicaba a hacer lo que quería y eso me bastaba para ser feliz. Ahora he aprendido a encontrar la poesía a través del lente de mi cámara, donde las palabras se traducen en imágenes. La poesía está en el aire, en lo que puedes ver y en lo que tocas; en lo que te hace bien, pero también en lo que no te hace bien, en lo que te hace feliz y en lo que te entristece. La poesía salva, hasta del desamor.

3.– ¿Cómo ha afectado el vivir fuera de Cuba tu obra literaria y tu visión de la vida?

—Actualmente no escribo mucha poesía. Estoy por terminar un libro hace más de tres años y no he podido por mil razones. Hace unos días me invitaron a leer poemas inéditos en el Centro Cultural Español y mientras escogía los poemas para la lectura, me di cuenta de que el libro está casi terminado, sólo es cuestión de darme tiempo para pulirlo. En Miami se vive muy de prisa y a veces no tengo tiempo para hacer todo lo que quiero. He aprendido a racionar las horas, pero aun así no es suficiente. He aprendido que nada es color de rosa y que todo tiene su lado bueno y su lado malo. Yo siempre he creído en mí y eso me ha hecho enfrentarme a los obstáculos sin miedo. También creo en el mejoramiento humano, y que la patria es lo que llevas contigo siempre: tu familia, tus amigos, los recuerdos, todo lo que te conmueve y añoras.

4.–Diría que eres una persona retraída y sobria, sin embargo, en tus incursiones como actor asumes los personajes con entrega y asombroso desdoblamiento. ¿Cómo conviven el hombre y el actor, el actor y el hombre?

—El hombre y el actor tienen una relación un tanto peligrosa. El uno le exige al otro de la misma manera que lo hace un matrimonio. El hombre es el que decide si al actor le conviene o no el personaje que le han propuesto. El actor se encarga entonces de aprenderse el texto, comenzar a experimentar cómo se va a mover, cómo va a hablar, cómo se va a ver ese personaje. Luego, hombre y actor, le inyectan vida, sentimiento, la pasión necesaria para que sea creíble.

5.– ¿Qué opinas de la vida cultural y artística de Miami?

—Mi primera impresión de Miami, no fue la mejor. Cuando llegué aquí en 2004, la ciudad no era lo que es ahora, desde el punto de vista cultural, al menos para mí. Desde hace dos o tres años para acá, Miami ha ido despertando y eso ha ido cambiando aquella primera visión. El teatro, por ejemplo, ha cogido una fuerza impresionante, con propuestas arriesgadas y de alta calidad. La llegada de Microteatro, como una opción diferente y muy interesante de hacer teatro. El Festival Internacional de Ballet. La creación cinematográfica, sobre todo por jóvenes hispanos, es cada vez más fuerte. Art Basel cada diciembre convierte a Miami en la capital de las artes visuales, reuniendo a los más importantes y reconocidos artistas y galerías del mundo; evento que ha impulsado un movimiento creativo en Wynwood, Bird Road, Coconut Grove, Calle Ocho, Miami Beach. Los eventos y tertulias literarias, el surgimiento de nuevos sellos editoriales. Creo que a todo este movimiento artístico y cultural ya no hay quien lo pare.

Tomado de: Diario Las Americas