FERNANDO MORENO / MADRID
Día 20/02/2013 - 01.56h
«Canto jazz, blues, filin, son, guaracha, guaguancó, bolero, ranchera y lo que me pidan. Yo soy un vacilón». Esta fue la mejor carta de autopresentación que pudo realizar Francisco Bellove, cantautor mexicano de origen cubano, que falleció el pasado 15 de febrero en un hospital de la capital mexicana a los 89 años. «El Gran Fellove», como era conocido, es un artista imprescindible de la música afrocaribeña, contemporáneo de ilustres como Tito Puente, Celia Cruz, Olga Guillot o Omara Portuondo.
Francisco Bellove fue un artista único. Su carácter abierto, su optimismo natural, su innato desparpajo y su alegría perpetua sobre el escenario le convirtieron en un personaje muy querido dentro de la profesión. El mestizaje musical fue su santo y seña: «Yo scateo las guarachas y rumbeo el jazz», aseguraba. Lo cierto es que sus personales mezclas musicales enriquecieron su carrera artística a pasos agigantados y de manera vertiginosa.
Nacido en La Habana en 1923, con tan solo 17 años compone «Mango, mangué», uno de los grandes hitos de la música cubana que posteriormente hicieron suyo Celia Cruz, Johnny Pacheco o Miguelito Valdés. Su barrio habanero de Colón impregnó los primeros pasos que conformarían su identidad artística.
En 1955 la isla de Cuba se le quedó pequeña. Abandona su oficio de joyero y se embarca junto a su amigo José Antonio Méndez rumbo a México, donde conoce a Mariano Rivera, uno de los grandes directores artísticos de la música mexicana, que además le puso el sobrenombre del «Gran Fellove».
Fue el principio de una gran carrera que le llevó hasta el Palladium de Nueva York. En Los Ángeles actuó junto a Tito Puente, Tito Rodríguez o Machito, paseando su música por Argentina, Colombia, Venezuela o Panamá.
La Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM) le otorgó en octubre de 2008 un reconocimiento por sus 50 años de trayectoria artística en una gala donde estuvo acompañado por compositores como Armando Manzanero, Rubén Fuentes y Alex Lora. Su nombre es ya imprescindible en cualquier antología de la música afrocaribeña.
Tomado de: ABC.es
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