martes, 14 de mayo de 2013

Por Manuel Cereijo
Publicado el 05-13-2013

Ampliar imagenEs triste, si, pero es cierto. A los cubanos nos han descubanizado, tanto en Cuba como en el exilio. El fenómeno del exilio cubano, social, político, económico, que fue sorprendente y ejemplarizante, ya se vislumbra como algo histórico. Desde la música, la radio, la TV, los medios periodísticos, deportivos, académicos, profesionales, políticos, empresariales, ya somos vistos, tratados, como parte de ese conglomerado clasificado como “hispano”, que junto a los “negros”, “asiáticos”, y “anglos”, forman parte de esa mezcla que compone a este país.

Esto, desde luego, es culpa directa de Castro y su sistema. Nosotros, simple y sencillamente, no tenemos patria en estos momentos. Nos han quitado todo, menos nuestros mártires y nuestra dignidad. Y, los cubanos en Cuba, han ido sufriendo una metamorfosis social, antropológica, que los ha descubanizado, si tomamos como referencia a lo que ser “cubano” significaba ya desde los 1930s hasta 1959.

Porque el pueblo cubano actual no tiene ni los mismos valores, ni las tradiciones, ni la idiosincrasia, que ese “cubano” que podemos tomar como referencia. Tantos años de opresión, de adoctrinamiento, de amoralización, de sometimiento diario en todos los aspectos, han tenido un efecto avasallador en la personalidad y carácter del cubano. El cubano no sabe, porque no lo ha vivido, lo que es democracia, división de poderes, prensa libre, capitalismo, derechos, libertad.

El cubano ha sido despojado incluso de clases sociales y económicas. Ya no existe esa clase media que constituye la médula de una sociedad fuerte. No hay roce social. No existe el estímulo, ni el freno. Prácticamente Castro ha tratado al pueblo cubano como animales. Los animales carecen de derechos fundamentales. Los derechos o emanan de Dios, o se desarrollan como resultado de un proceso democrático. La mayoría de los derechos están basados en la habilidad del ser humano de acordar contratos sociales. Los animales no pueden llegar a ningún tipo de acuerdo, como es lógico. No pueden respetar el derecho de otros. Así ha tratado Castro al pueblo cubano.

En el exilio, ya no nos clasifican como exiliados, sino como emigrantes. Nuestra música ha perdido su identidad. Ya no existe en el exilio una música cubana sui generis, sino que se ha “hispanizado” como salsa. Y como no tenemos patria, poco puede hacerse. El éxito o milagro económico “cubano” es analizado como parte de los logros hispanos. La radio se globaliza, y los programas, los anuncios, se diseñan al gusto de los hispanos como grupo.

Esto lo llaman asimilación, y claro está, es esencial para la supervivencia de un país. Se utiliza el concepto de que diversidad cultural no puede confundirse con un parroquialismo étnico rígido. Y desde el punto de vista de interés nacional de los Estados Unidos, tienen razón. O sea, los frijoles negros, la yuca, las masas de puerco, son parte de esa mezcla, como lo es la pizza, o el taco, y no representan una identidad de grupo.

Pero esto no es del interés cubano. ¿La solución? Alcanzar la libertad de nuestro país lo antes posible. Poder restablecer nuestra cultura, nuestra historia, nuestras tradiciones en nuestro suelo. Así únicamente podremos terminar con la descubanización del cubano, en Cuba y aquí, antes que se convierta en un proceso irreversible, punto al que ya estamos cerca.

Tomado de: Diario Las Americas

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