De La Pequeña Habana a La Pequeña Latinoamérica

LUIS DE LA PAZ - ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
09/19/2014 8:00 AM 09/19/2014 6:13 PM

El Exquisito y el Tower Theater siguen siendo puntos de reunión en La Pequeña Habana, que ha sumado nuevos restaurantes y tiendas a los tradicionales negocios cubanos.PEDRO PORTAL/EL NUEVO HERALD

El nombre de La Pequeña Habana hace la función de gentilicio y evoca a los cubanos. Antes era más así que ahora. La realidad es que lo que esencialmente se ha denominado La Pequeña Habana se ha ido transformando en lo que bien podría ser La Pequeña Latinoamérica, dada la notable disminución de cubanos y el incremento de otros grupos étnicos.

Los cubanos siguen representando la población más numerosa de origen hispano en el área de Miami, con más de un 30 por ciento de los cerca de 350,000 habitantes de la ciudad; seguidos por otras minorías: puertorriqueños (10,000); mexicanos (unos 4,000) y otros miles de hispanos, agrupados en el resto de todas las demás nacionalidades, sobresaliendo los hondureños, nicaragüenses, guatemaltecos, colombianos y ecuatorianos.

Jorge Moreno, hondureño que lleva cuatro años viviendo en el área de Flagler y la avenida 12, dice que le gustaría irse de La Pequeña Habana, “porque el ambiente no es el mejor”; pero no puede hacerlo por razones económicas. Algo similar opina María Cruz, también hondureña, con dos hijos pequeños y sin pareja: “Esta sigue siendo el área más barata para vivir, pero en cuanto pueda me voy para otro lado”.

Hay una suerte de estigma que define a La Pequeña Habana como una zona problemática y para personas de bajos recursos. Aunque hay un marcado desarrollo urbano, con nuevos edificios y una tendencia a la reurbanización, todavía se ven casas en mal estado y edificios viejos y poco cuidados. “Desde antes de venir de Guatemala sabía que tendría que vivir primero en La Pequeña Habana”, expresó Jorge Luis Pérez, añadiendo, “sé que pronto podré mejorar”.

En general la zona “no es mala, en realidad no hay zonas malas, en todas ocurre algo siempre”, dice Huberto Pérez, cubano que ha vivido la transformación. “Lo importante es que cada día vienen más turistas, compran en las tabaquerías cubanas, van a los restaurantes de todo tipo, y mientras en la 15 avenida esté el Parque del Dominó, todo seguirá siendo cubano”, expresa.

El rostro de La Pequeña Habana, sin embargo, ha ido cambiando, es más Latinoamericano, menos cubano y eso se nota en los restaurantes y cafeterías. Aunque en el corazón de la Calle Ocho siguen los emblemáticos El Pub y el Exquisito, con comida cubana, a pocos pasos están Acevichao, un bistro de comida peruana y japonesa y el concurrido El Taquito, especializado en platos mexicanos, que muestra un acogedor ambiente.

Los anuncios lumínicos y carteles invitan a Altos de México, uno de los mejores lugares para comer mexicano a la altura de la avenida 5. Con un variado menú, buen servicio y mesas con manteles, este restaurante es uno de los más antiguos de su tipo en la zona. De un extremo a otro de la céntrica calle Ocho están Doña Paulina, especializado en parrilladas, a la altura de la 10 avenida; donde estuvo el simbólico restaurante cubano Casablanca, hoy está Orgullo Catracho y el Centro Peruano. Hacia Flagler y la avenida 17 está, haciendo esquina, La Casa de las Baleadas, un típico restaurante hondureño. Es tan creciente el número de centroamericanos en el área, que en la puerta de la fritanga La Leonesa, en Flagler y la avenida 12, se lee “gran apertura”, lo que habla de las posibilidades para nuevos comercios, en los alrededores de la Iglesia de San Juan Bosco, donde la feligresía es muy mixta.

Relativamente nuevo es el restaurante Viva México, en la avenida 12 y la calle 5. Un pequeño y acogedor espacio donde siempre se ven comensales en sus mesas al aire libre. “Yo soy nicaragüense y después de mis tajadas con queso frito, me tomo un café cubano”, afirma Fernando Valdés.

Nereida trabaja hace nueve años en Sazón Latino, otro restaurante diseñado al gusto latinoamericano: “Pescado, camarones, queso, carne asada, churrasco y gallo pinto es lo que más se vende aquí”, dice. “Los clientes no salen mucho de sus costumbres”. Sin embargo, Mariana Vocos, argentina casada con un mexicano, afirma que están transformando el restaurante hacia lo mexicano, para luego añadir que también tendrán parrillada argentina, lo que internacionaliza aún más el negocio. “El público pide comida bien sazonada, y se la damos. El público pide café y aquí hacemos el mejor café cubano de la ciudad”, expresa satisfecha Vocos, además consciente de que la creciente población de latinoamericanos en La Pequeña Habana, demanda un servicio acorde a las exigencias del público.

En esta evolución poblacional, de desarrollo urbano y gastronómico del área más latina de Miami, se nota el aumento de los negocios de comida mexicana. “Hoy en día la comida mexicana es como la italiana y la china, a todos nos gusta”, afirmó el cubano Nicolás Rodríguez. “Antes a mí no me gustaba el picante, ahora se lo echo a todo lo que como”, expresa sonriente. Un hondureño, Pedro, que, por no tener papeles, prefiere no dar su apellido, dice que “los platos mexicanos son muy parecidos a los de mi país”.

El giro centroamericano se aprecia también en los estantes de los supermercados. En el Presidente de la avenida 19 se puede encontrar harina de maíz para tortillas y tortillas ya hechas, con las diferentes variantes de mexicana, hondureña y nicaragüense. Lo mismo ocurre con la significativa variedad de cremas, también diferenciadas por orígenes nacionales y quesos con la misma salvedad, incluso hasta genérico como queso fresco centroamericano. Sin embargo, en el mismo supermercado, en la cafetería, la comida hecha es cubana: masas de puerco, tostones, tamales y congrí.

La Pequeña Habana pierde poco a poco su imagen cubana para adquirir un rostro más latinoamericano, o algo mejor, mezclar nacionalidades, culturas y gustos, para establecer una nueva identidad: la miamense.

Tomado de: El Nuevo Herald (Ver Fotogalería)