Publicado el 02-06-2008
Diario Las Americas
Por Uva de Aragón
A los cubanos de Miami se les acusa en muchas partes del mundo de ser intolerantes. En parte esta fama no es gratuita. Existen, sin duda, sectores, voces y actitudes que han hecho de la intransigencia una virtud. No sólo rechazan al régimen cubano, como el 99 % de los exiliados, sino se pronuncian contra todo en la isla. Confunden el gobierno con la nación, el estado con el pueblo, la Revolución con Cuba. Para ellos todo allá está podrido. A menudo me he preguntado por qué insisten en la libertad de su país de origen, si según ellos los cubanos son todos cómplices en mantener la actual situación y no merecen otra cosa. No sólo atacan a los de dentro, incluyendo a menudo a los disidentes, sino que impugnan a los del exilio que estén contra el embargo, viajen a Cuba, envíen remesas e incluso a los que hablen de diálogo y reconciliación nacional. Tal parecería que el único destino que desean es un baño de sangre.
Afortunadamente se trata de una minoría cada vez menor. La altura de los decibeles de ese discurso del odio pierde adeptos por día. Otros son los sentimientos en el corazón de los cubanos...
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