WILLIAM NAVARRETE
ESPECIAL/EL NUEVO HERALD
Publicado el sábado, 12.14.13
L a Habana esplendorosa es un curioso libro que nos entregan Zoe Blanco-Roca y Gustavo Roca, cubanos establecidos en Estados Unidos desde hace 33 años. Es el resultado del esfuerzo de ambos en rescatar la memoria de una ciudad que, como indica su título, fue de las más deslumbrantes de América.
Roca y Blanco-Roca son periodistas graduados de la Universidad de La Habana. El primero fundó el periódico La Calle, pionero en español en el condado Westchester. La segunda, trabajó por 11 años, entre 1997 y 2008, en la Cuban Heritage Collection de la biblioteca de la Universidad de Miami. Para nadie es un secreto que ese sitio atesora probablemente la colección de libros, publicaciones periódicas, manuscritos y memorabilia cubanos más importante y grande fuera de Cuba. De la experiencia en hojear y manipular esos tesoros de la memoria de la isla, la autora pudo hacer una oportuna selección de imágenes, publicidades, anuncios de prensa y otras misceláneas que acompañan el libro.
Recorrer estas páginas es pasearse por una Habana que muchos (ya la mayoría de los cubanos) no conocimos: la capital flamante de los años 1940-1950, moderna, bulliciosa, dinámica, limpia, próspera, risueña. De esa Habana que, viendo la del presente, nos parecería una elucubración o fantasía. De aquella capital de otros tiempos nos hablan los autores y, lo que es aun mejor, nos la muestran con imágenes que dan fe de que no se trata de una invención ni de una trama novelesca.
A Zoe Blanco se le veía siempre con libros en las manos, yendo y viniendo entre anaqueles y pedidos de lectores en la impecable estancia de la Biblioteca Otto Richter de Miami. Lo menos que hubiéramos podido imaginar es que preparaba en silencio este hermoso libro de 350 páginas publicado ahora por Alexandria Library Publishing House.
Deténgamos en una de sus secciones: Cines y teatros de La Habana. En ella encontraremos imágenes de las elegantes salas que compartían los cines Duplex y Rex. Vemos el lujoso vestíbulo, las puertas de cristal tallado, la variada cartelera. Luego nos enteramos de la historia del gran teatro Blanquita (bautizado Karl Marx después de su nacionalización), en su momento el segundo más grande del continente después del Radio City Music Hall de Nueva York.
Las diferentes secciones del libro nos hablan y muestran las calles comerciales (Obispo, San Rafael, Galiano, Neptuno y Reina), los concesionarios de autos, los centros deportivos, los puestos de venta ambulante, las florerías, los supermercados modernos como los que todavía se construyen en el mundo entero 50 años después, las industrias, las comunicaciones, los centros de recreo, restaurantes, hoteles, clubes, estaciones de radio y televisión, hospitales y clínicas, agencias de prensa, sedes de periódicos y revistas, y un largo etcétera. Todo lo que hacía que La Habana fuera considerada “el París del Caribe” y una ciudad trepidante. Siempre en vela.
Los autores han intercalado entre las secciones artículos escritos por exiliados cubanos que cuentan vivencias y recuerdos. Entre ellos cabe mencionar a María Argelia Vizcaíno, a los recientemente fallecidos Fausto Miranda, Rosendo Rosell, Olga Guillot y Guillermo Alvarez Guedes, así como los testimonios de Rolando Laserie, Willy Chirino, Luis García, José Le Matt, José Currais, José Argamasilla Bacardí, Oscar Ortiz, Felo Ramírez, Melchor García, Ernesto Capote y Pedro Moya. Cada uno de ellos ofrece sus más vívidos recuerdos.
Hojear La Habana esplendorosa es recordar (o enterarnos) de aquellas marcas de productos fabricados en Cuba: el café Regil o el de Garrido y Piñero, los refrescos Materva, Cawi, Salutaris y Manyú, los quesos patagrás de Guarina y de Otero, los helados y lácteos de San Bernardo, Moralitos, Renté y Lucero, las pastelerías Warner, Alaska, Lucerna y Mignon, los embutidos del Congo, los zapatos Amadeo, y tantas más que traerán oleadas de buenos recuerdos a quienes tienen hoy más de 50 años.
Toda esa Habana y mucho que no cabe en estas breves líneas es el hermoso legado de nuestros padres y abuelos. Es también la hermosa capital cubana que Zoe Blanco y Gustavo Roca se han esmerado en rescatar del olvido.
La obra ha tenido gran aceptación y a decir del historiador Eloy Cepero “es un libro necesario, un libro de referencia que no debe faltar en ningún hogar cubano”. Y es cierto que lo es, y que provoca pesar y a su vez gran satisfacción constatar la dinámica de un país que acogió, gracias a su riqueza, a miles de emigrantes de todo el mundo. Un país de gente que producía y daba lo mejor de sí. De hombres que, a decir de José Martí en el exergo que los autores citan en la primera página del libro, “...van en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y destruyen”.•
Tomado de: El Nuevo Herald
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