Posted on Sun, Jun. 11, 2006
CARLOS RIPOLL
CARLOS RIPOLL
Cumple años en estos días de junio un histórico árbol de Miami. Con tierra de varios estados de este país, y la de varias naciones, lo sembró un grupo de mujeres de las Daughters of the American Revolution y miembros de la American Legion. Es la acacia que está en un parque de Coral Gables. Lo llamaron Arbol de la Amistad (Friendship Tree). Cuba fue el primero de los países amigos que trajeron tierra para la siembra, y la seguían China, Inglaterra, Francia, y México.
Al parque entonces lo llamaban Young Memorial Park. Ahora es la Castile Plaza, en la esquina de Granada Boulevard y la avenida Castile. Una placa de bronce recuerda allí la noble y olvidada ceremonia a la que asistió numeroso público. Se fueron nombrando los estados y los países que colaboraban en el acto, y la persona designada llevó un puñado de su tierra hasta el cantero de la siembra. Hubo discursos en favor de la ''unión de todos los pueblos de la tierra'', se cantó el himno America, se hizo una invocación religiosa y se leyeron versos.
Los Estados Unidos sufrían entonces momentos difíciles de la administración del presidente Herbert Hoover: el desempleo, la caída en la Bolsa de Valores a fines de 1929, la quiebra de los bancos. Era necesario fortalecer el patriotismo para evitar luchas sociales, que se mantuviera la fe en el sistema democrático. Fue por eso que trajeron tierra de Nashville, donde está enterrado el presidente Andrew Jackson; del Independence Square, de Filadelfia; y del Cook's Bridge, de Delaware, donde por primera vez se luchó por la libertad al amparo de la bandera americana. Como el Arbol de la Amistad quiso estimular la concordia, se regó la tierra de aquellos lugares con agua del río Jordán, símbolo de lo que hermosea y purifica. Bien entendida la amistad no es sólo el vínculo que une a personas que se conocen y quieren, es asimismo el que las une ante un problema común. Así tres bancos de piedra que parecen invitar a la meditación, y por ella a la fraternidad, rodean la acacia.
Al día siguiente, el domingo 15 de junio de 1930, The Miami Herald dio cuenta del acto con fotos de la concurrencia. En el mismo periódico aparecía la noticia de que 300 maestros cubanos se disponían a visitar varias ciudades de los Estados Unidos. Y toda una página estaba dedicada a promover el turismo de la isla: la encabezaba un titular en el que se leía: ''To Havana, the Ideal Summer Trip!'', y anuncios de hoteles, restaurantes y comercios: el Hotel Lincoln, ''muy céntrico, en Galiano esquina a Concordia''; el Hotel Isla de Cuba, con ''100 cuartos y 100 baños''; The Royal Palm, con habitaciones ''entre 2 y 3 pesos diarios''; el Astor, ''In the Heart of Havana''; el Bristol, con un ''Roof Garden with a Panoramic View of the Town, Harbor and Sea''. Y restaurantes: el París, en O'Reilly entre San Ignacio y Mercaderes; el Frascati, en Prado 91; el Parque Central, en la calle Zulueta: ''The Coolest Restarant''. Y tiendas: El Encanto, ''The Largest and Smartest Department Store in Havana''; Cuervo y Sobrinos, ''The Tiffany of Havana''; La Casa Quintana, ''A Veritable Museum of Art''; La Casa Grande, con ventas de ''Shawls, Perfums and Spanish Linens''. La fábrica de tabacos Partagás. La Optica El Almendares. El cine Prado, con ''Vitaphone and Movietone''. Y el anuncio de la Compañía Nacional de Aviación ofreciendo vuelos por $10.00 para ver La Habana desde el aire. Cuba y la Florida, hoy en unión de nostalgias y penas, estaban entonces unidas por lazos de amistad, fuertes como los brazos de piedra que las unen bajo la corriente del Golfo.
El árbol de Coral Gables, con parte de su raíz en tierra nuestra, parece taciturno y mohíno por la tragedia cubana. Un día, sin embargo, como alegres brazos al aire se han de alzar en prodigio sus ramas cuajadas de flores. Anunciará entonces la amistad que los tiempos exigen entre los Estados Unidos y Cuba, la amistad respetuosa y sincera entre sus pueblos.
A la acacia la llamábamos en Cuba ''piñón amoroso'', por la solidez de su semilla, el perfume de sus flores y la sombra de sus ramas. Sobre el puñado de tierra cubana debe hacer pronto su obra de amor ese árbol enteco y triste de Coral Gables.
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