Posted on Sun, May. 21, 2006
IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald
Aleida Alvarez tardó más de 60 años en descubrir su verdadera vocación. Hoy, a los 75, dedica los fines de semana a vender orquídeas y bromelias en Coray Way y la calle 25, en la barriada The Roads.
Su modesta casa, no muy lejos de allí, está llena de flores. Alvarez me muestra en su jardín una orquídea de la especie phalaenopsis, que sobrevivió a los huracanes y durante meses ha mantenido sus flores blancas; una especie pequeñita y delicada conocida como cherry baby, bromelias amantes del sol, y orquídeas de diversos colores a las que mima guardándolas en un cuarto con aire acondicionado.
La vendedora, que ya tiene cinco biznietos, confiesa que a medida que pasa el tiempo aumenta su apego por estas flores. ''Cuando escojo una para mí no la vendo'', aseguró.
Ella es camagüeyana, del Central Elia -hoy Colombia-, y vive en Miami desde 1976, cuando logró salir de Cuba con su esposo, Michael, ciudadano americano de nacimiento.
La pareja se disponía a emigrar a Estados Unidos en 1969, pero su vuelo fue cancelado sorpresivamente. Michael perdió su empleo como ingeniero del central y tuvieron que sobrevivir los siete años siguientes gracias a un subsidio del gobierno estadounidense y la ayuda de familiares exiliados.
En Miami la vida no fue fácil para Aleida. Comenzó a trabajar limpiando hoteles como el Four Ambassadors y el Mutiny, y posteriormente limpió casas.
Con una amiga visitaba ocasionalmente las exhibiciones de orquídeas que se realizan en Miami. ''Iba a mirar, porque me gustaba, pero no tenía dinero para comprar. Si acaso compraba una, o dos orquídeas'', recordó.
Empezó en el negocio casi fortuitamente, hace poco más de una década. Con su amiga descubrió un filón para hacer dinero extra: en un vivero de Homestead echaban a la basura las bromelias sobrantes. Alvarez comenzó a recogerlas y a cultivarlas nuevamente para luego venderlas. La gratuidad duró poco, pero ella ya estaba metida en el negocio.
''Un vecino mío vendía hot dogs de lunes a viernes, y se me ocurrió vender orquídeas y bromelias los sábados y domingo. Después agregué el viernes'', relató.
Los primeros años perdió dinero. ''No sabía ni comprar ni vender'', confesó. ``Invertía en las plantas lo que ganaba en la limpieza de casas y no me iba muy bien, hasta que fui aprendiendo poco a poco en mis visitas a los viveros, con empleados de esos lugares que me enseñaron''.
El fin de semana del Día de las Madres es el mejor momento para su negocio: puede ganar cerca de $3,000. Otras fechas favorables son el Día de los Enamorados, cuando las ventas suelen superar los $1,000, y el Día de las Secretarias. Algunas florerías también le compran a Alvarez las orquídeas que ella selecciona cuidadosamente en viveros suburbanos.
''Para que yo escoja una planta tiene que gustarme. Nunca escojo plantas viejas, ni maltratadas busco las mejores para que el cliente luego no diga que no le duraron'', afirmó.
¿Cuál es el secreto para lograr orquídeas duraderas? ''Les encanta el aire acondicionado'', aconsejó. ''Les gusta la humedad pero no hay que echarles mucha agua. Hay que quererlas mucho'', señaló.
En el verano las orquídeas comienzan a escasear, y luego vuelven a abundar a partir de noviembre. El mal tiempo también conspira contra la vendedora, quien asegura que a pesar de eso, gana más dinero que cuando hacía trabajos de limpieza y que el que recibe por la jubilación. Posee licencia para su negocio y paga puntualmente sus impuestos.
''Además no tengo que trabajar para nadie. Trabajo si quiero, y si estoy indispuesta no lo hago'', dijo.
Aunque el oficio parece apacible, Alvarez enfrentó hace algún tiempo grandes tensiones: una vendedora rival se empeñó en hacerle la vida imposible. El asunto terminó en las cortes y favoreció a Alvarez, quien asegura que nunca pensó en dejar su negocio.
''Soy fanática de las orquídeas'', afirmó. ``Voy a seguir en este negocio hasta el día que tenga fuerzas. Hasta con bastón puedo seguir trabajando''.
IvetteLeyva@yahoo.com
IVETTE LEYVA MARTINEZ
Especial para El Nuevo Herald
Aleida Alvarez tardó más de 60 años en descubrir su verdadera vocación. Hoy, a los 75, dedica los fines de semana a vender orquídeas y bromelias en Coray Way y la calle 25, en la barriada The Roads.
Su modesta casa, no muy lejos de allí, está llena de flores. Alvarez me muestra en su jardín una orquídea de la especie phalaenopsis, que sobrevivió a los huracanes y durante meses ha mantenido sus flores blancas; una especie pequeñita y delicada conocida como cherry baby, bromelias amantes del sol, y orquídeas de diversos colores a las que mima guardándolas en un cuarto con aire acondicionado.
La vendedora, que ya tiene cinco biznietos, confiesa que a medida que pasa el tiempo aumenta su apego por estas flores. ''Cuando escojo una para mí no la vendo'', aseguró.
Ella es camagüeyana, del Central Elia -hoy Colombia-, y vive en Miami desde 1976, cuando logró salir de Cuba con su esposo, Michael, ciudadano americano de nacimiento.
La pareja se disponía a emigrar a Estados Unidos en 1969, pero su vuelo fue cancelado sorpresivamente. Michael perdió su empleo como ingeniero del central y tuvieron que sobrevivir los siete años siguientes gracias a un subsidio del gobierno estadounidense y la ayuda de familiares exiliados.
En Miami la vida no fue fácil para Aleida. Comenzó a trabajar limpiando hoteles como el Four Ambassadors y el Mutiny, y posteriormente limpió casas.
Con una amiga visitaba ocasionalmente las exhibiciones de orquídeas que se realizan en Miami. ''Iba a mirar, porque me gustaba, pero no tenía dinero para comprar. Si acaso compraba una, o dos orquídeas'', recordó.
Empezó en el negocio casi fortuitamente, hace poco más de una década. Con su amiga descubrió un filón para hacer dinero extra: en un vivero de Homestead echaban a la basura las bromelias sobrantes. Alvarez comenzó a recogerlas y a cultivarlas nuevamente para luego venderlas. La gratuidad duró poco, pero ella ya estaba metida en el negocio.
''Un vecino mío vendía hot dogs de lunes a viernes, y se me ocurrió vender orquídeas y bromelias los sábados y domingo. Después agregué el viernes'', relató.
Los primeros años perdió dinero. ''No sabía ni comprar ni vender'', confesó. ``Invertía en las plantas lo que ganaba en la limpieza de casas y no me iba muy bien, hasta que fui aprendiendo poco a poco en mis visitas a los viveros, con empleados de esos lugares que me enseñaron''.
El fin de semana del Día de las Madres es el mejor momento para su negocio: puede ganar cerca de $3,000. Otras fechas favorables son el Día de los Enamorados, cuando las ventas suelen superar los $1,000, y el Día de las Secretarias. Algunas florerías también le compran a Alvarez las orquídeas que ella selecciona cuidadosamente en viveros suburbanos.
''Para que yo escoja una planta tiene que gustarme. Nunca escojo plantas viejas, ni maltratadas busco las mejores para que el cliente luego no diga que no le duraron'', afirmó.
¿Cuál es el secreto para lograr orquídeas duraderas? ''Les encanta el aire acondicionado'', aconsejó. ''Les gusta la humedad pero no hay que echarles mucha agua. Hay que quererlas mucho'', señaló.
En el verano las orquídeas comienzan a escasear, y luego vuelven a abundar a partir de noviembre. El mal tiempo también conspira contra la vendedora, quien asegura que a pesar de eso, gana más dinero que cuando hacía trabajos de limpieza y que el que recibe por la jubilación. Posee licencia para su negocio y paga puntualmente sus impuestos.
''Además no tengo que trabajar para nadie. Trabajo si quiero, y si estoy indispuesta no lo hago'', dijo.
Aunque el oficio parece apacible, Alvarez enfrentó hace algún tiempo grandes tensiones: una vendedora rival se empeñó en hacerle la vida imposible. El asunto terminó en las cortes y favoreció a Alvarez, quien asegura que nunca pensó en dejar su negocio.
''Soy fanática de las orquídeas'', afirmó. ``Voy a seguir en este negocio hasta el día que tenga fuerzas. Hasta con bastón puedo seguir trabajando''.
IvetteLeyva@yahoo.com
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