domingo, 28 de mayo de 2006

Posted on Sun, May. 28, 2006

RUTAS DEL ARTE

El Nuevo Herald

ADRIANA HERRERA T.

La galería Thomas Cohn de Sao Paulo, participante en Art Basel Miami Beach, inaugura esta semana la exposición Pagador de promesas, del artista cubano Rubén Torres Llorca.

Sabiendo que este creador, --tal como indican los títulos de algunas obras-- usa el arte para aprender a ''caminar sobre el fuego'', o ''mantener los lobos afuera de la puerta'', o como una señal de alarma que se activa o no según el espectador que lo confronta, era de esperarse que el nombre de la exposición ocultara tanto un señuelo como una carcajada.

La obra que da título a la exposición está basada en una tradición brasileña singular: ''Tú haces promesas a los santos, pero después de que te han concedido tu petición, puedes encargar el cumplimiento a un pagador de promesas'', explica Torres Llorca. La pieza, compuesta por tres vestidos de yute, el mismo material que en Cuba se usa para pagarle promesas a San Lázaro, basta para comprender por qué el crítico de arte Joel Weinstein atribuye a su obra ``una inquebrantable agudeza y una inteligencia, no exenta de cierta nostalgia que también se aplica a él mismo, a sus denuncias, admoniciones, rompecabezas, buenos chistes, punzantes aforismos, dudosas verdades, invenciones salvajes, misterios irresueltos y a las incontables creaciones de todo orden que suele acometer''.

Otras obras fueron hechas específicamente para la exposición, como parte de esa urgencia comunicativa que lo lleva a recurrir a elementos culturales que familiarizan a la gente de distintos contextos con su obra. La versión en portugués brasileño de La historia no nos enseñará nada incluye 15 pizarras de 9x7 pulgadas, que están recostadas sobre el piso contra la pared y dispuestas en línea recta. Dos niños con uniformes de escuela miran atentamente los textos que llenan los tableros y que corresponden a las declaraciones de 14 artistas. Al menos tres de éstas remiten tanto a la historia del arte como a su mordaz manera de abordar la estafa que oculta el juego entre mercado y creación. La cita de Paolo Ucello, cuyo espíritu gravita sobre él, puede ser la primera declaración de un artista sobre la angustia de los impuestos, una constante en la obra de Torres Llorca: ''Me siento viejo, flaco y desempleado y mi esposa está enferma'', dice ya en 1469 el artista que rozó lo invisible con su geometría.

Torres Llorca se desplaza entre siglos y rescata la declaración de 1678 de Vermeer: ''El año pasado el dinero era poco, pero este año es menos, porque es ninguno''. Las dos últimas frases son de Wifredo Lam: ''De todos estos eventos, sólo el rencor persiste'', y de Claes Oldenburg: ''Y la necesidad de que usted financie mi proyecto'', respectivamente.

Otra serie de esculturas no menos llenas de humor negro --este artista es amante de Dashiell Hammett y puede entendérselo mejor bajo la oscura luz de El hombre que ríe, de Salinger-- sostienen la visión de que ''el artista hace lo que puede. El propone y el poder dispone''.
Alternando las palabras que sabe usar como armas frías --pero también como ventanas a los cálidos juegos de la imaginación-- pregunta y responde. ``¿Quién se sentó en mi silla? El crítico de arte. ¿Quién se comió mi casa? El dealer de arte''.

La fuerza trasgresora de su obra no es materia fácil para los coleccionistas. En primer término porque recurre a medios artesanales, a un uso exigente del ready made para crear obras que, no obstante su carácter conceptual, son bellas, hechas con una impecable factura, no siempre apreciada por el mercado. Y, por supuesto, porque aceptar el contenido explosivo de las obras que empaca como caramelos agradables a la vista exige la misma agudeza que guía su creación.

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