Publicado el 12-28-2006
Por Emilio J. López
Agencia Efe
Mario Cristóbal es el primer entrenador cubanoamericano que destaca en la liga más importante del fútbol universitario de EEUU, la División 1-A. Cristóbal, con sólo 36 años, se ha convertido a base de pasión, inusitada madurez y contagiosa energía en un símbolo del éxito hispano en los deportes: desde la semana pasada es el nuevo primer entrenador de las Panteras Doradas de la Universidad Internacional de Florida (FIU). EFE/John Riley.
Aprender de los éxitos y las derrotas es privilegio de los mejores, una escuela que forja triunfadores como Mario Cristóbal, el primer entrenador cubanoamericano que destaca en la liga más importante del fútbol universitario, la División 1-A.
Cristóbal, con sólo 36 años, se ha convertido a base de pasión, inusitada madurez y contagiosa energía en un símbolo del éxito hispano en los deportes: desde la semana pasada es el nuevo primer entrenador de las Panteras Doradas de la Universidad Internacional de Florida (FIU). “Siento un orgullo y una emoción increíble, todavía no he tenido tiempo para apreciar de verdad lo que estoy viviendo”, comentó Cristóbal, hijo de padres cubanos que escaparon del régimen castrista en 1961 rumbo a Miami.
Considerado uno de los mejores reclutadores de jugadores de los Estados Unidos, su visión del fútbol como “armador” exitoso de equipos cuaja en los conceptos de dirección, estrategia y capacidad de insuflar ánimo en el espíritu de los jugadores.
“Quiero un equipo que nadie pueda comparar, que llene de orgullo a la ciudad de Miami y a Florida, construido con esfuerzo, trabajo en el terreno y en las clases”, aseguró, y apuntó a un aspecto humano esencial: posibilitar que los “jóvenes que nunca reciben una oportunidad” puedan forjar su futuro.
Porque Cristóbal no olvida el sacrificio que durante años sus padres realizaron para que él y su hermano mayor pudieran recibir una buena educación en Miami. “Aprendimos a apreciar todo lo que teníamos”, precisó.
“Nunca conocimos a nuestros padres, siempre estaban trabajando”, explicó el coach de las Panteras, quien recuerda cómo su infancia transcurrió bajo el cuidado de sus abuelos, mientras su madre trabajaba como criada y lavaplatos y su padre como lechero y mecánico. Evoca aquellos años de su infancia, cuando “no éramos pobres, aunque bastante cerca de serlo”, una infancia “sin mucho dinero pero llena de cariño y amor entre nosotros” y marcada por la “obsesión” de nuestros padres de que “nos educáramos”.
Fue providencial en esos años la decisión de sus abuelos de despertar en ellos la afición por los deportes y exigirles en los estudios. “Nuestros abuelos -señaló- siempre nos pusieron en todo lo que eran deportes, desde el juego de pelota al judo o el kárate”.
La carrera profesional de este licenciado en Administración de Negocios por la Universidad de Miami (UM) está llena de éxitos. Sobresalió como jugador en los Huracanes de la UM entre 1988 y 1992 y, más tarde, se convirtió en asistente técnico de la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey).
En Rutgers, sin duda, fue donde Cristóbal comenzó a cosechar los primeros éxitos reales como entrenador de talento y reclutador de excepcionales jugadores.
“Supe muy pronto que Mario algún día se convertiría en un entrenador principal”, aseguró Greg Schiano, quien fue primer entrenador de los Caballeros Escarlatas de Rutgers y reconoce que la labor de Cristóbal fue decisiva para el resurgir del equipo.
Tras regresar a Miami y desarrollar una breve carrera como jugador profesional en los Amsterdam Admirals de la NFL europea, en 1995 y 1996, decide dar el salto definitivo y comienza su carrera de entrenador.
En Miami, comienza a trabajar como coach de los Huracanes de la UM bajo las órdenes de Larry Coker, un gran maestro para Cristóbal, gracias a quien “maduré muy rápido”, según dice, y de quien aprendió las claves del éxito: “pasión liderazgo, integridad, compromiso, enfoque, entusiasmo e inteligencia”.
Pero Cristóbal vive una luna de miel no sólo con el fútbol de la máxima calidad, sino que hace tan sólo seis meses que se casó con Jessica y disfruta junto a ella de “un sueño que nunca pensé conseguir a los 36 años”, apuntó.
Su objetivo primero está claro: “ganar campeonatos y establecer enseguida en este equipo orgullo, disciplina y juego”, factores que conviertan a las Panteras en “un equipo campeón”. “Mi abuelo -explica- me repetía: donde hay hombre no hay fantasma”. Es decir, que “nunca tengas miedo de nada, que nunca mires para atrás”, recalcó Cristóbal, quien sueña con algún día poder ir a Cuba, una vez que se produzca en la isla un cambio hacia la democracia.
Allí se criaron mis padres y mis abuelos, añadió Cristóbal, y confesó que le encanta pasear por la Calle Ocho de la Pequeña Habana y contemplar a “nuestros viejitos jugando al dominó”.
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