lunes, 2 de octubre de 2006

Por Mariana Reyes Angleró / mreyes@elnuevodia.com

» El gran trompetista cubano “empieza a retirarse” tras su concierto en San Juan el próximo jueves.


Alfredo "Chocolate" Armenteros - Trompetista

“Si salgo a la derecha estoy en el barrio de los morenos, a la izquierda en el barrio latino”. Así describe el trompetista Alfredo “Chocolate” Armenteros su lugar de residencia en la ciudad de Nueva York. Los que viven en el Barrio neoyorquino saben que salga a la derecha o la izquierda, saldrá de punta en blanco. Chocolate y su sombrero son inseparables.

A eso del mediodía estará sentado en la misma silla de siempre en La Fonda Boricua, en la calle 106 cerca de la Tercera Avenida. “A mí me encanta estar allí, me encantan los pasteles y las habichuelas”, dice el cubano, que parece que después de tanto tiempo en territorio boricua dejó de llamarles “frijoles”. Es que desde 1957 considera la ciudad su segunda patria. “Después de eso todos los países que yo he visitado para mí han sido una patria, porque en todos he tenido la oportunidad de desayunar, almorzar y comer y me han dado el pan de cada día”, dice, riendo con una energía atípica de un hombre de 78 años que se ha pasado la vida en escenarios de todas partes del mundo.

Chocolate dice que se siente muy bien, pero que espera “empezar a retirarse” después de esta gira de conciertos que lo traerá a Puerto Rico el próximo jueves 5 de octubre. “Ya estoy de retirarme con esto que voy a hacer en Puerto Rico, porque el esqueleto éste que tengo envuelto en el pellejo que me aguanta ya está… no para retirarme, porque uno nunca se retira del todo, pero sí para estar más tranquilo”.

La trompeta mía se ha pasado toda la vida hablando español.

Hace poco pasó dos semanas en Colombia, estuvo tocando en Medellín y Bogotá. Asegura que ese país lo conoce muy bien. Por allí estuvo muchas veces con la Sonora Matancera y cuando dirigía la orquesta de su primo, Benny Moré.

Fueron los primos los que lo incitaron a la música. Eran de un pueblo del sur, cerca de Cienfuegos, llamado Ranchuelos, en la provincia de Las Villas. “Yo tengo, por parte de mi madre, como 4 ó 5 primos hermanos que tocan tres y guitarra”, dice. “Entonces, yo de 8 ó 9 años, casi no dormía, porque tú sabes como son los pueblos del campo, que siempre hay serenatas, casi todos los días”, explica como si la única opción posible fuese irse detrás de ellos con la marímbola que tocaba entonces.

Pero le regalaron una trompetita de juguete y empezó a practicar, jugando, con los otros niños. “Ya a esa edad yo estaba aprendiendo a tocar y hasta ahora estoy aprendiendo a tocar la trompeta”, dice el veterano músico, que ha viajado tocando a 53 países. La trompeta ha sido el amor de su vida y así se lo ha hecho saber a las ocho esposas que ha tenido en el transcurso de los años. Producto de sus múltiples matrimonios tiene seis hijas y un hijo. “El varón mío nació aquí y se crió aquí. Pero tuvo que aprender español para hablar conmigo”.

Chocolate dice que su carrera empezó, formalmente, el 18 de mayo de 1949, porque ése fue el día que hizo su primera grabación. “Grabé con René Álvarez y su conjunto Astro, el número se llamaba ‘Para las niñas y para las señoras’”, tema que fue grabado más adelante por el puertorriqueño Tito Puente. En ese momento el trompetista todavía respondía al nombre de Alfredo Armenteros.

Fue en 1953 que se convirtió en Chocolate.

“Teníamos un programa en Radio Cadena Habana que duraba dos horas. Ensayábamos porque había como 7 u 8 artistas diferentes. Después que terminábamos el ensayo nos quedaba una hora de descanso antes de hacer el programa, que era en vivo. Nos íbamos al café de la esquina. Unos tomaban café, otros leche, a mí siempre me gusta tomar mi coñac, para levantar la moral. Estando parado ahí, haciendo cuento con los muchachos, viene una muchacha y me tapa los ojos con la mano y me dice: ‘Chocolate, ¿tú no sabes quién yo soy?’. Y yo le digo: ‘Yo no me llamo Chocolate, yo me llamo Alfredo Armenteros’. Ella me estaba confundiendo con el campeón que teníamos en Cuba, Eligio Sardiña, que le decían Kid Chocolate. Era uno de los grandes, paró el tráfico aquí en Broadway. Y yo me quedé Chocolate”. Ahora dice que si alguien le grita “Alfredo” no se voltea a mirar.

En 1957 Chocolate llegó a Nueva York contratado por la orquesta de Machito para tocar en el legendario Palladium. Atrás quedaron La Habana y el Ranchuelos donde su padre intentaba tocar un trombón de pistones. Nunca más volvió. “Me da la nostalgia esa que de vez en cuando ataca a uno pero, gracias a Dios, no me ha afectado tanto porque he tenido la suerte de estar hoy aquí y mañana allá”.

Machito lo había visto tocar en Venezuela con la Sonora Matancera. Mario Bauzá lo vio tocando en Cuba con Benny Moré. Antes del 57 había estado dos veces en Nueva York con el grupo de José Fajardo.

“Lo que más me impresiona de Nueva York es que la competencia es grandísima y eso es lo que lo obliga a usted a superarse”, dice el músico, que extraña la época dorada de los grandes salones de baile.

En 1953 el trompetista de la Sonora Matancera, Calixto Leicea, se enfermó. Chocolate entró a la banda como sustituto. Durante su estadía en la Matancera grabó con Celia Cruz. Hoy tiene más de cien discos grabados, con “el Benny”, con Vitín Avilés, Charlie Palmieri, José Fajardo, Rubén Blades, con el Grupo Folklórico Experimental Nuevayorquino y con Nat King Cole, una vez que el cantante afroamericano estuvo en La Habana. Pero quizás el legado principal del trompetista esté en sus trabajos como solista, en los discos instrumentales.

Dice que el jazz es de lo que más le interesa, por las posibilidades de improvisación que implica. “Pero yo sigo con lo que es mi son montuno, mi guajira, mi bolero y mi guaguancó. La trompeta mía se la ha pasado toda la vida hablando español”, dice justo antes de despedirse. “Tengo que salir”. Tiene que irse a coger la guagua para llegar a la calle 46 y Quinta Avenida a buscar tabacos. ¿Son cubanos? “Son hechos por hondureños, pero revisados por cubanos, así es que son cubanos también”.

El jueves 5 de octubre Chocolate Armenteros se presentará en “Chocolate Caliente”, una despedida del público puertorriqueño. El evento, que tiene un costo de $20, será en el Hotel Intercontinental de Isla Verde y compartirá tarima con Charlie Sepúlveda, Elliot Feijoo y Luis “Perico” Ortiz.

¿Cuándo fue la primera vez que vino a Puerto Rico?

En 1963 fui al Hotel Escambrón, con la Sonora Matancera. Después regresé muchas veces. Raquel, la mamá de Roberto Roena, es la madrina de mi hijo.

¿Cuál ha sido su experiencia con los músicos puertorriqueños?

Muy linda la verdad, si algún país hispanoamericano tiene semejanza a nosotros en la interpretación para mí es Puerto Rico. He tenido la oportunidad de conocer a muchos grandes trompetistas de ustedes, incluyendo los que tocarán conmigo esa noche y a Juancito Torres, a quien le dedicamos este concierto.

¿Qué recuerda de Juancito?

Cuando tocábamos con la orquesta de Eddie Palmieri, él hacía un solo y yo lo abrazaba y cuando yo hacía un solo él venía y me abrazaba a mí. Era una gran persona.


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