domingo, 25 de febrero de 2007

Publicado el 02-24-2007

Por Luis de la Paz
Diario Las Américas

Agustín Blázquez
Agustín Blázquez

De las manifestaciones artísticas el cine documental tiende a ser una de los más ingratas, pues lleva en su hechura, generalmente, un mensaje de denuncia, o expone situaciones que no son del agrado de los gobiernos o instituciones. Si además el realizador es un exiliado de una dictadura de izquierda, como la cubana, entonces el trabajo, además de ingrato, se torna todavía más complicado, pues los centros (muchos de ellos dominados por izquierdistas residentes en los territorios de la derecha) bloquean estas realizaciones.

Consciente de esa realidad, el realizador Agustín Blázquez (Cárdenas, Matanzas, Cuba), no se ha detenido y se ha convertido en el documentalista cubano en el destierro más importante y con una obra sólida, trazada sobre la base de una serie titulada Cubriendo Cuba. Con él conversamos sobre su obra. Sus palabras, contundentes y precisas, explican porque en festivales de cine como el de Miami, bajo Nicole Guillemet (por suerte en su último año al frente del certamen), los documentales de directores exiliados han sido rechazados, entre ellos Las ratas debajo y Acto de repudio, de Blázquez.

1.— En general usted es un hombre versátil, se ha expresado como actor, pintor, guionista de cine y escritor de teatro. Cuéntenos de esos pasos en las artes.

— Desde que tengo uso de razón siempre quise estar en las artes y siempre mostré inclinación por el dibujo. Pero en mis sueños infantiles quería ser trapecista de circo, quizás influenciado por los circos que visitaban Coliseo, el pueblecito donde pasé mis primeros 7 años de vida. También, inspirado por el programa radial de Olga y Tony quería ser cantante. Al mudarnos para Limonar y tener televisión, me intereso también por ser actor. Sin embargo me atraían más las cámaras y el mecanismo de producir televisión y cine. Yo mismo construía en miniatura cámaras de TV y de cine, micrófonos, luces y escenografías similares a la de los programas que veía. Y frente al televisor hacía los movimientos de cámara que se producían en el programa. También jugaba con otros niños vecinos a que filmábamos películas. Esos fueron mis juegos de la infancia. Como adolescente empecé a estudiar formalmente actuación y teatro en la Academia Municipal de Arte Dramático de La Habana. Así di mis primeros pasos como actor y debuté en el teatro. También durante ese período es que escribí dos guiones infantiles para radio donde actuaba y cuatro obras de teatro. Estas nunca se llegaron a poner pues eran críticas del régimen castrista. Fue en esa época que tuve mi primera cámara de cine de 16mm y junto al desaparecido Manolo Martínez hicimos una peliculita con María Limonta, que también estudiaba actuación con nosotros. María era hermana de la bella y conocida bailarina de Tropicana, Mayda Limonta. Al irme de Cuba, en Madrid trabajé un año y medio como actor en la televisión española, primero haciendo extras y después pequeños papelitos y realicé dos trabajos en el teatro. También hice otras cosas, como organizarle la biblioteca a Gastón Baquero, con el cual tuve una buena amistad. En Madrid entablé una gran amistad con Guillermo Cabrera Infante y su esposa Miriam Gómez, así como con el poeta y escritor Alberto Baeza Flores, Elsa, su esposa y su hija Elsita Baeza que hacía cine y modelaba en aquel tiempo y trataba de empezar su carrera como cantante. En Estados Unidos, escribí dos guiones de cine para la estrella española Sara Montiel, pero ella era demasiado barco para tan poco capitán.

2.— Sus obras cinematográficas tienen como eje central la serie Covering Cuba. ¿En qué consiste ese proyecto?

—Ese proyecto que inicié en 1994 consiste en dar a conocer la realidad de Cuba. Se llama Covering Cuba (Cubriendo Cuba) por dos razones que uso para incriminar directamente a la prensa norteamericana. Primero porque cubren la noticia –muy mal por cierto–. Segundo porque ocultan la realidad proyectando una falsa imagen del tirano y de su régimen.

3.—Sus documentales van dirigidos en gran medida al público norteamericano. ¿Cuál es el objetivo?

— Decidí hacer todos mis documentales en inglés, primero por ser el idioma de este país y segundo pues es al público norteamericanos a quienes debemos hacer llegar nuestro mensaje y tratar de romper el férreo cerco de censura que nos ha erigido la malintencionada prensa liberal norteamericana. Los exiliados cubanos conocemos la historia muy bien, es al pueblo norteamericano a quienes debemos llevar nuestro caso. Si ellos estuvieran bien informados estarían de nuestro lado.

4.—¿Cuál de los documentales considera de mayor impacto y qué otros tiene proyectados?

—Creo que Cubriendo Cuba 3: Elián, Cubriendo Cuba 4: Las ratas debajo y mi último Cubriendo Cuba 5: Acto de repudio han sido los de mayor impacto. Desde enero que estuve en Miami para el estreno del último ya empecé a filmar las entrevistas para el 6 y 7 de la serie. No voy a decir de qué se tratarán, pero van a ser dos documentales que darán mucho de qué hablar.

5.—Acaba de estrenar Acto de repudio. Háblenos de ese trabajo y dónde se puede adquirir esos materiales.

Este documental sobre la historia y consecuencias del acto de repudio dirigido contra el guitarrista clásico Carlos Molina y su familia, se lo debo en parte a mi amigo, el guitarrista clásico Pedro Cañas, que fue alumno de Molina en Cuba y que me contó sobre su caso y me puso en contacto con él. Tengo entendido que la experiencia fue tan traumática para los miembros de la familia Molina, que no habían hablado públicamente mucho de todos los pormenores de este acto del salvajismo castrista. Aunque este caso no es de los peores que hayan ocurrido bajo la tiranía castrista, es un exponente de lo que también le puede suceder a un artista cuando quiere irse de ese país surrealista. También es un ejemplo de que la política y el arte están estrechamente ligados bajo el castrismo. Esto desmiente una vez más y públicamente a los colaboradores y agentes castristas en este país cuando la administración de Clinton puso en práctica los “intercambios culturales” con el régimen de Castro y estos proclamaban –ante las batallas que el exilio en Miami libró contra esta farsa–, que el arte no tenía nada que ver con la política. Estas declaraciones son falacias que sólo los ignorantes y mal informados se pueden creer. Por eso, con este documental también llevo el mensaje al mal informado público norteamericano de que en un régimen totalitario, el arte se usa con fines políticos. Y que al artista que no entra en cintura, no se le permite ejercer su profesión, ya que los artistas en Cuba son trabajadores empleados por el gobierno. La mejor forma de obtener mis documentales es contactando a mi distribuidor al teléfono 305 753-8610 o visitando el portal www.CubaCollectibles.com. Poniendo mi nombre completo irán al lugar donde están siete de mis producciones. Siempre digo que yo construyo las armas, es el exilio el que debe aprender a usarlas como es debido y distribuir nuestra verdad a sus amigos o instituciones norteamericanas. Esa es una forma de romper la censura de la prensa liberal en torno a la tragedia cubana.




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