Olga Connor
Rubén Arango, profesor de historia en St. Thomas University, se presentó en Casa Bacardí, la sede del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos (ICCAS), de la Universidad de Miami, para definir la razón de su libro La sacarocracia: Historia de la aristocracia azucarera cubana. Lo escoltaron en esta misión: Gastón Alvaro, presidente de la editorial EGO Group, Inc., editores del libro; el padre Juan Luis Sánchez, experto en genealogía cubana; Manuel Lasaga, presidente de Stratinfo, y Gastón Fernández, profesor emérito de la University of Arkansas, Fayetteville. Como moderador, ejerció Eduardo Zayas Bazán, profesor emérito de East Tennessee State University y tesorero de NACAE.
Arango explicó que se propuso hacer una historia de la ciudad de La Habana y concluyó por relatar la historia de la sacarocracia, término inventado por Manuel Moreno Fraginals para definir la aristocracia del azúcar que comenzó muy pronto en la isla de Cuba. El adelantado Diego Velázquez de Cuéllar, uno de los pocos hidalgos en la Conquista, después de conquistar la isla se establece muy tempranamente con las primeras familias en un pequeño poblado de chozas en La Habana. Lo que es curioso es que todas las familias del azúcar, aunque poseyeran tierras y colonias en otras provincias, siempre fueron a vivir desde ese entonces a La Habana.
Las primeras cinco familias se completaban con los Roxas, los Sotolongo, los Pérez Borroto, que eran los escribanos, y los Recio. Hubo una gran endogamia desde los comienzos, pues se casaban estas familias entre sí. Menos Antón Recio Castaños, que se amancebó con la princesa india Cacanga, de quien le nacieron dos hijos que él legitimó. Este fue el primer mayorazgo del Nuevo Mundo. Los Recio se casaron con los apellidos más ilustres de la colonia, y en La Habana muchas grandes familias descienden de la india Cacanga. Arango dio detalles sobre haciendas, trapiches, carretas, la invasión del pirata francés Jacques de Sres, y las organizaciones del cabildo, todo ocurrido en el siglo XVI.
El libro es una verdadera fuente de la historia cubana a través de los siglos, pero también de cómo los azucareros cubanos se extendieron y hoy dominan la industria de la caña en Estados Unidos, mientras que en Cuba la industria cesó en 2005. El editor alabó el estilo anecdótico del libro y su tono cuchicheante y ameno; el padre Sánchez, con una memoria prodigiosa de los nombres y las relaciones de las familias cubanas, añadió que la virtud del autor es relatar la historia de personas de carne y hueso; Lasaga destacó el desarrollo económico como base del texto y la historia; finalmente, Fernández analizó los datos bibliográficos que dan validez a la obra.
olconnor@bellsouth.net
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