lunes, 21 de mayo de 2007

SARAH MORENO
El Nuevo Herald

Cuando el hombre y la historia se hacen uno, no se puede desperdiciar ese caudal de información. Lo visto y oído por el periodista y cineasta cubano José Guerra Alemán encuentra su camino en Cuba Infinita, un libro que, como su autor dice, quiere contar la historia inédita o poco conocida de Cuba.

Guerra Alemán, a quien las anécdotas le fluyen con facilidad gracias a una memoria prodigiosa que mantiene fresca a sus 84 años, cuenta la génesis del libro, que él sitúa 25 años atrás, cuando comenzó a coleccionar postales y fotos de la isla, y dio con la primera tomada en exteriores de La Habana, en 1885, desde el teatro Tacón hacia las puertas de Monserrate. Pero la verdad es más abarcadora, la historia de este libro comienza en la segunda mitad del siglo XIX, su sustrato es la saga de una familia cubana y de una identidad nacional.

Guerra Alemán es nieto del general de la Guerra de Independencia José Braulio Alemán, miembro del estado mayor de Máximo Gómez y Secretario de la Guerra en el último gobierno de Cuba en armas. De niño, la casa de Guerra Alemán fue un altar de la patria, como él la llama, un punto de reunión de los veteranos de la guerra, donde paraban con frecuencia los presidentes, como Alfredo Zayas o Gerardo Machado, este último figura protagonista de la violencia de los Tristes 30, como titula el autor una parte de los cuatro tomos que componen Cuba Infinita.

''De adulto he visto los toros desde la barrera, siempre he tenido cierta timidez personal'', dice Alemán, a quien todos llaman ``Pepín''.

Es difícil creerle. Su espíritu aventurero lo ha llevado a participar en varios conflictos bélicos. En el año 43 se alistó en el Ejército norteamericano para combatir en la Segunda Guerra Mundial. Fue destacado en las islas del Pacífico y participó en la ocupación de Japón.

A su regreso a Cuba, en 1950, fundó Cineperiódico, un noticiero de cine con reportajes gráficos del acontecer diario, y fungió a la vez como productor fílmico de CMQ. Durante 10 años, hasta su salida del país, en 1961, tuvo la oportunidad de conocer y entrevistar a figuras de la vida política, social y cultural nacional. El carácter testimonial que estas experiencias le imprimen a Cuba infinita es uno de sus méritos.

La entrevista que le hizo al presidente Carlos Prío, en enero del 1953, en Nueva York, da pie para el fragmento del libro que Guerra Alemán titula con humor El collar de la reina.

'Prío me hizo la anécdota de cómo había llegado a la presidencia. Era uno de los candidatos, pero el favorito de Paulina, cuñada del presidente Grau y poder tras el trono, era mi tío, José Manuel Alemán. Paco, hermano de Carlos Prío, se entera de que un joyero de la casa Cuervo y Sobrinos le había enseñado a la Primera Dama un collar de esmeraldas y brillantes valorado en $80,000. Paulina se enamoró del collar, pero no lo compró porque dijo que era muy caro. Paco le dice a Carlos: `Si le regalamos a Paulina ese collar, neutralizamos el apoyo que está recibiendo Alemán'. Carlos le responde: '¿De dónde vamos a sacar ese dinero?' Y se le ocurre pedírselo a Ramón Crusellas, el dueño de la fábrica de jabones, de la que Prío había sido abogado. El empresario aceptó y así llegó Prío a ser el presidente'', cuenta Alemán.

Otra anécdota delirante es sobre el líder ortodoxo Eduardo Chibás, del que Guerra Alemán piensa, concordando con la opinión general, que era un político honesto. Pero Chibás le probó una tarde, en su penthouse del edificio López Serrano, que era mucho más. Corría el año 1948, y Guerra Alemán, que rodaba un documental en conmemoración de la muerte de Antonio Guiteras, esperaba sentado en la sala del apartamento, con otro grupo de personas, mientras Chibás tomaba una ducha.

'De momento oímos unos gritos: `¡Asesinos, ladrones, bandidos!' Ante los alaridos, corro al baño, entro y lo veo lleno de jabón. Le pregunto qué pasa y, muy calmado, me contesta: 'Me estoy acordando de estos bandidos que ejercen el poder'. Entonces me di cuenta de que era una persona obsesiva, que no tenía ecuanimidad. Mi reacción natural fue asustarme, pensando que le pasaba algo, y él me lo dijo como si fuera tan normal'', recuerda Alemán.

En 1958, Guerra Alemán fue uno de los tres periodistas cubanos que subió a la Sierra Maestra, invitados por Fidel Castro. Los otros dos fueron Agustín Ayes Soberón y Eduardo ''Guayo'' Hernández. Anteriormente sólo había subido la prensa extranjera.

'Subí solo con una cámara, con la intención de observar, para ver a aquella gente con espíritu renovador para la nueva Cuba. Estuve tres semanas. Tuve mis primeros encuentros `dialécticos' con el Ché Guevara. Observé que era arrogante, de una sinceridad brutal. Nunca me negó que era marxista'', recuerda Alemán.

El encuentro con Fidel se produjo en Las Vegas de Jibacoa, en lo alto de la Sierra Maestra. 'Fidel estaba comiendo, atendido por Celia [Sánchez]. Cuando termina de comer me lleva a un lado, me pasa el brazo por encima, y me dice sin preámbulos: `¿Cuánto tiempo crees que le queda a Batista?'. Yo había visto al ejército de Batista en Bayamo, y noté que se acuartelaba de noche, y dejaba al pueblo en manos del movimiento 26 de julio. Le dije: 'Creo que le queda muy poco, porque cuando un ejército se esconde es porque está acobardado, desmoralizado'. Se separó de mí, y tuvo esta reacción absurda: 'Aquí lo que importa no es Batista, aquí lo que importa es Trujillo'. Bastó para que me diera cuenta de que estaba en presencia de un loco. Capté que tenía delirios de grandeza, que pensaba en un destino napoleónico''.

Guerra Alemán recogió las impresiones de esta visita en el libro Barro y Cenizas, diálogos con Fidel Castro y el Ché Guevara, publicado en Madrid, en 1971. Antes había publicado en México el poemario, Aún hay luna en los cerros. En 1989 publicó en este mismo país la biografía de su abuelo, el General José Braulio Alemán, titulada Juro, pero no prometo.

''En toda mi prosa hay en elemento poético. Soy un poeta vergonzante, con afición por la historia'', dice Alemán, que se estableció en Puerto Rico en 1964 y desarrolló una carrera con la firma publicitaria para cine y TV, Guastella Film Productions, Inc. hasta 1990, que se retiró y posteriormente se mudó a Miami.

''El estilo bohemio de confrontar la realidad, de experimentar cosas nuevas donde a veces uno se tuteaba con la muerte'', que él reconoce siempre lo ha guiado, lo llevó a volver a vivir los rigores de la guerra, en Vietnam y en El Salvador. Esos recuerdos son material para un libro que planea escribir, porque su memoria no lo deja olvidar.

Por ahora, en la carrera contra el olvido ya lleva ventaja. Cuba Infinita prueba que el tiempo que se emplea para contar la historia nunca será tiempo perdido.•

smoreno@herald.com


AddThis Social Bookmark Button

0 comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por su comentario. Le agradecería que facilitara una dirección de correo electrónico válida en el caso de que necesite alguna precisión. Gracias.

Popular Post

BTemplates.com

Categories

Random Post

Popular Posts

Blog Archive