KETTY RODRIGUEZ
El Nuevo Herald
La presión a la que se sienten sometidos quienes acuden a una entrevista de inmigración podría ser un factor a considerar tras la muerte repentina de un solicitante que sufrió un ataque cardíaco cuando un funcionario de la agencia realizaba el interrogatorio pertinente, según la esposa del fallecido, su abogado y sus familiares.
Juan Hernández, de 50 años y de origen cubano, falleció el pasado 10 de agosto y no pudo terminar el proceso que le daría la residencia permanente a su esposa, Maritza Hernández, de 52 años y origen dominicano, quien ahora se encuentra en un limbo legal.
Ahora los hermanos del occiso reclaman a Inmigración el video que recoge los momentos de agonía en los que Juan se debate entre la vida y la muerte. Además quieren hacer una autopsia al cadáver, que será enviado a Cuba para su entierro, con el fin de determinar con exactitud la hora y las causas que produjeron el trágico desenlace.
La situación parece agravarse cuando Maritza alega que en medio de la agitación del momento escuchó risas cerca, cuando desesperada trataba de ayudar al hombre con quien estuvo casada durante dos años y medio.
Por su parte, la portavoz de la Oficina de Servicios de Inmigración y Ciudadanía (USCIS), Ana Santiago, negó de plano que alguien estuviera riéndose ante tal situación.
''Es un caso trágico y los oficiales de USCIS reaccionaron de forma inmediata, decisiva y apropiada, tal y como lo requiere cualquier caso de emergencia médica como éste...'', dijo Santiago.
Según la portavoz, la cinta de video fue revisada minuciosamente por los altos funcionarios de USCIS del distrito de la Florida, y hay evidencias de que la agencia actuó con prontitud y diligencia.
''Se le administraron los primeros auxilios como rige en las regulaciones y simultáneamente se llamó al 911, y en minutos llegó la ambulancia de rescate y fue entonces cuando los profesionales médicos tomaron control de la situación'', asintió la vocera.
Según la esposa y la abogada que la asistió en el caso, Juan se puso muy nervioso cuando el funcionario de inmigración le preguntó varias veces la fecha en el que se comprometió con Maritza.
Juan hizo un esfuerzo pero no podía dar con una fecha exacta. 'Yo tampoco recuerdo cuando fue que me pidió matrimonio, porque siempre me decía `me quiero casar contigo' '', recordó Maritza.
Aparentemente, los funcionarios de inmigración ejercen más presión sobre los solicitantes y realizan interrogatorios más largos y detallados cuando se trata de un beneficio que se deriva de la Ley de Ajuste Cubano.
Según el abogado de inmigración Jorge Rivera, cuya firma representó a Maritza ante el USCIS, es más fácil obtener por esta vía una residencia permanente que por el matrimonio con un ciudadano americano, y en muchos casos esta facilidad estimula la aparición de casos fraudulentos.
''Mi experiencia me indica que los oficiales de inmigración investigan más, hacen más preguntas y presionan más a los solicitantes cuando se trata de un beneficio por Ajuste Cubano'', aseguró Rivera.
De acuerdo con el abogado, existe una predisposición entre los funcionarios cuando se trata de un caso de Ajuste Cubano, entonces separan a las parejas para ver si las versiones de ambos coinciden. ``Y como no saben cuál pareja contrajo matrimonio para cometer fraude, los presionan a todos''.
Maritza y Juan tuvieron entrevistas separadas, y fue durante el turno del segundo cuando ocurrió el fatal desenlace.
La esposa dijo haberse sentido presionada, pero al mismo tiempo consideró que las autoridades de inmigración ``tienen todo el derecho de saber''.
''Ha sido una pérdida muy dolorosa para mí'', dijo Maritza desde una modesta casa en Hialeah, a la que se trasladó después del fallecimiento de su esposo.
Ella aclaró que no quiere demandar a Inmigración, y no culpa a la agencia de lo ocurrido. Simplemente quiere que las autoridades le otorguen la residencia permanente. ``Sólo quiero que tengan consideración con mi caso y que por favor me den la residencia porque cumplí con todos los requisitos...''.
Según Rivera, Inmigración tiene toda la discreción y autoridad de conceder la residencia.
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