Bosch dice que el avión civil que sabotearon en 1976 con bombas era "un blanco de guerra"
Andy Robison
2006-08-17
Orlando Bosch en su casa de Miami. (Foto: Andy Robinson)
La Vanguardia, España
Página 12, Sección Internacional
16 de Agosto de 2006
ENTREVISTA a Orlando Bosch, veterano anticastrista: "ME HUBIERA GUSTADO MATAR A CASTRO"
ANDY ROBINSON
Miami. Corresponsal
Orlando Bosch –cumple ochenta años esta semana igual que Fidel Castro– lo habría dado todo por impedir que el líder cubano llegara a la vejez. Ha dedicado la mayor parte de de su vida a urdir complots para matar a Castro librando una guerra terrorista en EE.UU. y América Latina contra los que consideraba cómplices del dirigente. Bosch, que luchó hombro con hombro con Fidel en Sierra Maestra contra la dictadura de Batista, dirigió varios atentados y estuvo encarcelado durante cinco años en Estados Unidos por disparar un bazoca contra un buque polaco en el puerto de Miami en 1968. Luego pasó siete años en una prisión venezolana acusado de haber organizado el atentado contra el vuelo Cubana 455 –el aparato estalló en el aire en la costa de Barbados– en octubre de 1976 y causó la muerte de 73 pasajeros.
Bosch fue puesto en libertad en 1987 y perdonado por el presidente Bush padre en el año 1990. Luis Posada, su compañero en lo que Bosch califica como “el camino mundial de la guerra”, está encarcelado en Texas tras una solicitud de deportación del gobierno de Venezuela por su implicación en el atentado contra Cubana 455.
Bosch ha sido entrevistado por "La Vanguardia" en su pequeño bungalow en las afueras de Miami, donde vive con su esposa chilena. Las paredes están abigarradas de los óleos naif, la mayoría escenas de un bucólico campo cubano, que Bosch pinta mientras se recupera de un derrame cerebral.
–¿Siente alivio o frustración por la grave enfermedad de Fidel Castro?
–Frustración. Ese tipo yo hubiera querido matarlo. Para dar un ejemplo a las futuras generaciones. Me causa una gran pena que vaya a morir en la cama.
–¿Cómo es que no consiguieron matarlo?
–Por falta de recursos. Por ejemplo, los hermanos Novo fueron a España (se refiere a la visita de Castro en 1992) y estaban preparados, hicimos lo que pudimos, conseguimos pasaportes falsos. Sin embargo, a mediados de preparar la cosa, no apareció el dinero... Hubo muchos intentos. Pero hemos trabajado en la miseria.
– ¿No ayudó la CIA?
–Sólo muy al principio. Luego nos traicionaron después del pacto Jruschov Kennedy. Si la CIA hubiera querido, hoy Castro no estaría vivo.
– ¿Y Mas Canosa no les respaldó económicamente?
–Ellos sí ayudaron a Luis Posada. Pero después, cuando estaba en El Salvador, MasCanosa hizo su labor como a él le gustaba hacerla, una labor diplomática. Yo estaba en el otro lado. La acción. La guerra.
–¿Y los líderes anticomunistas en América Latina?
–Hablé con Somoza en Nicaragua, con Figueres en Costa Rica y con el jefe de inteligencia de Pinochet. No les pedí dinero, sólo permiso para usar la valija diplomática. Porque era muy difícil penetrar en Cuba con rifles especiales. Somoza dijo que no me ayudaría al magnicidio porque su padre fue víctima de uno. Pinochet comentó que tenía demasiados problemas. Así que fuimos a Buenos Aires y a través del periodista Manuel Fuentes me puse en contacto con la Triple A, la más poderosa organización anticomunista de la época, y atentamos contra el embajador cubano. Luego hicimos mil cosas.
–¿Cuál fue el atentado contra Castro en el que estuvo más cerca de lograr su objetivo?
–Fue en Santiago de Chile, en 1971 bajo la presidencia de Salvador Allende. Fidel estuvo un mes en Chile. Dos hombres de nuestro grupo fueron a este país con carnets de periodista del canal de televisión venezolano Venevisión, Llevaban una pistola del calibre 45 dentro de una cámara fotográfica. El plan fue respaldado por el jefe de inteligencia chilena Manuel Contreras. Sus agentes dijeron a nuestros hombres que se tirasen al suelo después de disparar y que simularían que les detenían. Estaban a dos metros de Castro.
–¿Qué pasó?
–El que tenía que hacerlo, no disparó. ¡Por miedo!
–¿En la situación actual, puede haber más acciones armadas?
– ¿Que se puede hacer en Cuba? Dígame usted. La represión es inmensa. Cualquiera sale a hacer algo y ¡bang! Se acabó. Lo único que se puede hacer es pintar algún letrero.
– Hay alguno en la Calle Ocho que dice que sí cree que se puede...
- F-4 y Rodolfo Frómeta (grupo anticastrista paramilitar en Miami) es un caso de psiquiatra. Es amigo mío. Pero la realidad es cero cero. Eso está muerto ya.
–No hace tanto, unos 10 años, hubo atentados en hoteles de La Habana...
– Eso lo hizo Luis Posada. Pagó a un salvadoreño. A un centroamericano. Con el hambre que tienen, le das 100 dólares y hacen cualquier cosa.. Éste entró en Cuba, llevaba el material en un televisor. Puso tres bombas, una en un hotel que mató a un italiano; otra en la Bodeguita del Medio y ¡sigue allí en vez de irse!
– ¿Tuvo impacto?
–Sí lo tuvo. Al principio había dudas de si era la gente de Castro los que habían puesto la bomba. Aquí no se imagina usted la mierda que se hervía en ese momento. Creó un tremendo impacto aquí. La gente creía que era el Ejército de Castro...
– ¿El objeto era desestabilizar?
–Claro. Suponga. Antes de triunfar contra Batista, en su día, pusimos 40 bombas. Yo puse bombas. Todo el mundo puso bombas. Y triunfamos. ¡Funcionó! Y aquí funcionaba igual. La gente dijo que era el ejército que puso la bomba y ¡ulululu!. Esto puede funcionar. Porque una bomba es una prueba de rebeldía. Es una prueba de valiente. Sirve para veinte cosas. Para hacer propaganda. Una bomba o un atentado, cualquier cosa.
–¿Por qué no se hace en estos momentos?
–Hay que conseguir mercenarios. Porque el cubano que te dice que va a hacer eso es un mentiroso. Hay cubanos valientes pero no sé quienes son. La prueba es que ninguna organización está en eso. Óigame, ahora ponen diez bombas, vamos, con tres que pusieran sería un éxito. Dirían que es el ejército, que es el Comandante. Aquí, la gente se lanzaría a la calle ocho y en Cuba igual. Se transmite por la Radio Bambí y la Radio Martí (emisoras anticastristas), se diría que está muy mal allí al lado (en Cuba). Mil cosas. ¡Ay muchacho! Pero, hoy en día es difícil encontrar a alguien dispuesto a hacer algo... Mandamos un tipo allí. En vez de ir para allá fue a Santo Domingo a reunirse con una puta. Hoy en día eso está muy mal.
–¿Qué le parece que le llamen terrorista?
–Que no. Eran acciones obligadas. Supongamos que ahora cogemos una lancha aquí en Miami con ametralladora. Todo el mundo quiere la muerte de Castro pero si haces eso te acusan de terrorista y te meten en la cárcel. Desde el 11-S la palabra terrorista se ha vuelto mala. Pero los estadounidenses están matando a miles de mujeres y niños en Iraq. Echando flores a Fidel no se hace nada. Soy médico. Me preparé para hacer el bien. Podría ser millonario. Pero soy pobre porque me dediqué a la guerra. La única forma es tumbar a Fidel y no lo hemos tumbado.
–Y el avión de Cubana con 73 pasajeros a bordo, ¿fue para usted un blanco legítimo?
–Para mí es un blanco de guerra. Hay muchas cosas que no puedo decir. Pero eran acciones de guerra. Y aquel avión era un avión de guerra. Iban coreanos del norte, guyaneses. Comunistas todos. Los deportistas llevaban cinco medallas de oro de esgrima. “Cuba se ha distinguido en boxeo. Pero no en esgrima”, decían. Era una gloria de Fidel. Habíamos acordado en Santo Domingo (cuando se formó el grupo Comando de Organizaciones Revolucionarios Organizadas en 1976) que todo lo que salga de Cuba para darle gloria a Fidel tenía que correr el mismo riesgo que los que combatimos la tiranía.
–Antes había atentado contra buques españoles.
–Sí, en 1968. Teníamos once hombres rana. Estos fueron los que minaron el barco Santurce. En Miami, los cubanos estábamos muy bravos con España
–¿Por qué España?
–Porque España estaba entrando en Cuba con los Meliá, levantando hoteles, etcétera.
– ¿Volvería a hacer lo que ha hecho?
–Todo lo habría hecho igual. O el doble. El doble de lo que hice.
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