"Negarse a dialogar con Fidel o Raúl es casi como ser mudo"
BARBARA CELIS
Miami EL PAÍS - Internacional
16-08-2006
Para la Asociación de Veteranos de la Brigada 2506, protagonistas de la invasión de Bahía Cochinos, Alfredo Durán es simplemente "un agente castrista". Este abogado de 66 años fue expulsado de aquel grupo, del que fue presidente y desde el que representó al exilio duro de Miami -que defendía y aún defiende que a Fidel hay que arrebatarle el poder por la fuerza-, al transformarse en dialoguero. La palabra se utiliza despectivamente entre los cubano-americanos para definir a quienes abogan por negociar con el régimen castrista. En 1993, Durán fundó el Comité Cubano por la Democracia, donde se agrupa parte del exilio moderado.
Pregunta. ¿Cuál es el mayor mito del exilio de Miami respecto a Cuba?
Respuesta. Que aquello es una dictadura férrea y que todos los cubanos están en contra del sistema. Hay un porcentaje que está a favor, por eso no se ven atentados. Si la policía fuera tan feroz como en muchos países de América Latina, aparecerían los muertos. En Cuba existe un factor que no existe en el resto del continente: no hay lucha de clases. La gente cree que son todos iguales, aunque no lo sean. Y muchos cubanos consideran que el protector de esa igualdad es el Gobierno.
P. ¿Cuál es exactamente su propuesta para la isla?
R. Abogamos por la soberanía nacional cubana. No queremos que nadie interfiera en su proceso político, ni el Gobierno estadounidense ni el exilio. Tiene que llegar a una culminación por sí solo. Y presionamos a Washington para que se levante el embargo. Para Cuba el embargo es un acto de guerra, y un país en guerra toma acciones extraordinarias como suspender derechos civiles, meter a la gente presa, limitar la libertad de prensa...
P. ¿Si el embargo se levantara, sería más fácil el cambio político?
R. Le quitaríamos al Gobierno de Cuba la justificación de sus fracasos. Tendría que lidiar con sus problemas, sin tener a quien echarle la culpa. En Cuba, la educación, la salud, la poca criminalidad son admirables. Pero faltan dos cosas: derechos civiles y esperanza para la juventud. Hay una juventud muy educada que no tiene nada que hacer y ésa es la inmigración de ahora, llena de desesperanza. Eso hay que resolverlo.
P. ¿Quién le asegura que dentro del Gobierno cubano se están planteando esos cambios?
R. Es pura lógica, los cubanos que van a tomar las riendas del destino de Cuba no pueden pensar igual que los históricos de Sierra Maestra. Al socialismo cubano hay que añadirle la palabra democrático. Cuando desaparezca la figura dominante de Fidel Castro y se enfrenten al gran vacío que nadie puede llenar, esa palabra va a surgir, es inevitable. Raúl Castro tiene 75 años, su proyecto político sólo puede ser corto. Es él quien abrirá las puertas a toda una generación que sustituirá a los históricos y que obligatoriamente tendrá que insertarse en el siglo XXI. Y eso provocará un proceso de diálogo que tendrá que incluir también al exilio.
P. Pero los grupos del exilio más influyentes, como la Fundación Nacional Cubano-Americana ya han dicho que no dialogarán con Raúl Castro...
R. Esa teoría está equivocada desde la base. No se puede entablar una negociación si no se habla con los que son realmente capaces de negociar, y ahora mismo los únicos con los que se puede hablar en Cuba son Fidel o Raúl. Negarse a ello es, casi, como ser mudo. Pero yo creo que se acabarán acoplando al proceso de diálogo porque en realidad todos están interesados en hacer negocios con Cuba.
P. ¿Por qué se hizo dialoguero?
R. La caída de la URSS era una oportunidad demasiado valiosa para desperdiciarla. La primera vez en la historia política de Cuba que ningún país tenía influencia sobre la isla, ni España, ni EE UU, ni Rusia. El momento para resolver el problema entre cubanos, de forma pacífica, buscando el diálogo y la reconciliación entre los de aquí y los de allí. Nadie quiere ver en Cuba una matanza como la de Oriente Próximo.
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